martes, 2 de febrero de 2016

Jugamos a... Los Palacios de Carrara

¿Què hay mejor que un buen juego, barato, que estruje el coco, aunque no mucho, y que tenga una mecánica curiosa? Pues la respuesta es evidente: Que sea de Wolfgang Kramer. Y es que nos liamos la manta a la cabeza y nos echamos una partida a "Los Palacios de Carrara".

Este juego, de 2 a 4 jugadores, y con partidas que duran tranquilamente una hora, es una de esas demostraciones de que se puede hacer algo que te haga sonreir al terminar aunque te hayan machacado en puntuación. Y es que esto es lo que consigue esta obra de Wolfgang Kramer (creador de juegos como El Grande) y Michael Kiesling. Dos autores que, quizá por tener más bien poco de jóvenes, tienen en su haber conjunto una considerable lista de juegazos muy interesantes, tales como Tikal o La Era del Carbón.
Panorámica general del juego

¿Qué nos traen estos genios en esta ocasión? Pues un eurogame de gestión de recursos, con un poco de azar. Ambientado en el municipio de Carrara, ubicado en Italia, y sus alrededores, el juego consiste en conseguir la mayor cantidad de puntos a través de la obtención de diversos materiales que usaremos para conseguir el control de determinadas construcciones y así ser las personas más influyentes de distintas ciudades de la región.

En cuanto a materiales nos encontramos con un tablero con un track de puntuación rodeándolo, que contiene a su vez lo más particular del juego: Una rueda que va avanzando y que simula el mercado de las materias primas que utilizaremos para conseguir las preciadas ciudades que nos darán los puntos. A esto hemos de sumarle un saquete negro donde guardaremos gran parte de la madera... MUCHA MADERA. Dividida en tres tipos: Los peones que usaremos para señalar qué puntuamos exactamente, que habrá seis de cada color, uno por jugador; los recursos que irán rotando en la rueda del tablero; y piezas de madera que simularán los distintos edificios que tenemos en nuestras regiones, pudiendo ser palacios, villas, bibliotecas, etc. Por otro lado tenemos unos tableros individuales que habremos de complementar con las losetas de ciudad que se pondrán en el tablero y que tendremos que comprar para, posteriormente, puntuar; un montón de tokens de moneda de 1, 5, y 10; y los separadores más bonitos que vais a ver en vuestra puñetera vida en un juego de mesa para que no se vea qué recursos y dinero tiene cada jugador en cada momento.

En breve síntesis el mecanismo de juego consiste en que en tu turno puedes hacer una de tres acciones:

1) Hacer mover la rueda y comprar los materiales que queráis o podáis permitiros a un precio que irá descendiendo a medida que se desplace la rueda.

2) Comprar una de las losetas de edificio de las 9 que habrá puestas en el tablero, todas ellas con un precio, y que se repondrán tras su compra.

3) Puntuar, ya sea un tipo de edificio, o una de las ciudades del tablero. Si puntuamos recibiremos unos tokens especiales de bonificación, que nos darán puntos al final de la partida.
Detalle de los tableros individuales a mitad de partida. Los peones marcan las zonas puntuadas ya

El juego termina cuando, o se compran todas las losetas de edificio que trae el juego, o se reúnen las condiciones de que un jugador haya puntuado como mínimo 4 de sus 6 peones, ya sea en ciudades o en tipos de edificio, y ya dependiendo del número de jugadores se reúna una seria de puntos entre todas las losetas de sus edificios que tenga cada jugador, y por último haber conseguido un número concreto de piezas de bonificación de edificios. Si un jugador reúne todas estas condiciones puede declarar el final de la partida, obteniendo 5 puntos adicionales, debiendo terminarse la ronda, y posteriormente se contabilizarán los puntos. El que tenga la puntuación más alta se alzará con la victoria.
Manu pensando cómo no hacer mucho
el ridículo en su primera partida

Para esta partida se han reunido el bello y atractivo Manu, el siempre pizpireta y jovial Pablo, y Antonio, que bueno... Es el dueño del juego. No hubo más remedio que invitarlo... Tras una hora de hostilidades e imbecilidades varias muy típicas en nosotros, Pablo se erige como individuo más influyente de Carrara, evidentemente por tener una jeta dura como el mármol.

Pasamos a comentaros individualmente qué nos parece este juego:




Exabruptos de Pablo:


Wolfgang Kramer es uno de mis creadores de juegos favorito. Cuando él y Michael Kiesling trabajan juntos tienen en común una cosa que me gusta mucho, y es que usen las mecánicas que usen son capaces de crear un eurogame excelente que aúna estrategia con simplicidad y partidas de no más de una hora. Conseguir eso es muy importante, porque lo más fácil es irse al juego extremadamente familiar si se intenta, o hacer un juego realmente sesudo, pero aquí hay un equilibrio muy bien logrado. Ya pasaba con La era del carbón y pasa también con Los palacios de Carrara, un juego que lamentablemente no ha llegado editado en castellano a España, por lo que para hacerse con él hay que tirar de importación y comprar la versión alemana de Hans im Gluck. Sea como fuere, merece mucho la pena, pues siendo un juego de gestión y compra como muchos otros, es dinámico y original en la forma de conseguir recursos, distribuir los palacios comprados, y saber cómo optimizar las fases de puntuación y obtención de dinero, personales y limitadas a lo largo de la partida. Un juego de notable alto.


Qué demontres piensa Manu:


Siempre me ha llamado la atención una cosa de estos dos creadores, y es que pese a haber hecho conjuntamente grandes obras, siempre se tiende a mencionar primero a Wolfgang Kramer. Y no creo que sea por haber sacado el Toma 6. Pienso, desde mi humilde opinión de jugón de chichinabo, que se debe a El Grande. Un verdadero pelotazo al que toda persona de bien debe haber jugado al menos una vez en la vida. Estamos ante un juego sencillo, que se explica en menos de 10 minutos, y que hace volar una hora de tu vida para terminar con la sensación de haber echado un buen rato, de haber pensado, de haber hecho algo productivo en resumen. Y conseguir eso es algo muy difícil, pero que siempre he sentido cuando he jugado a algo de Kramer. 

Vaya por delante que yo era la primera vez que jugaba, Antonio la tercera y Pablo la segunda, por lo que la paliza ha sido más que supina. Ambos sabían lo que hacer desde el principio mientras que yo miraba el tablero las primeras rondas al más puro estilo Ralph Wiggum. De hecho Pablo me ha doblado en puntuación. No te lo perdonaré jamás, Pablo. Jamás.

Me parece genial la mecánica de la rueda, que me recuerda a otras obras rosenbergianas como Le Havre: El Puerto Fluvial o el inmenso Ora et Labora, o de otros euros brutalmente sesudos como el Tzolk'In, por ejemplo. Me encanta ese sentir que tienes que decidir entre comprar un edificio, no vaya a ser que te lo levante otro jugador, o mover la rueda para comprar materiales que sabes que vas a necesitar en lo sucesivo, pero claro, con la espada de Damocles sobre la cabeza de que si mueves la rueda, le vas a abaratar a otro jugador que venga después de ti el coste de los materiales, y te va a levantar más adelante más edificios, porque va a tener más materiales que tú. Es una especie de sensación de que, hagas lo que hagas, vas a meter la pata, pero que después, cuando miras la puntuación final, ves que no ha sido tan así como tú pensabas. Que no eras tan tan tan tonto, sino tan solo los dos primeros tan.

Me gusta el que el azar que tiene no te rompe la partida o te hace depender rondas enteras a la espera de que salga un material o no, puesto que con lo que tienes, siempre puedes hacer algo, aunque no sea lo que quieres o necesitas. Pero no vas a perder un turno estúpidamente porque no te ha salido de la bolsita lo que te hacía falta exactamente. Chapeau en ese sentido.

Y por supuesto el sobre cerrado que prohíbe abrirlo en tanto que no se echen un par de partidas, lo que le da una chispa especial al juego, ahora que tan de moda está el concepto "Legacy". Tenemos pendientes jugar con lo que trae dentro. Que de hecho, si queréis saber lo que trae, pasaros por el canal de youtube... :P

Eso sí, por sacarle alguna crítica al juego: Que el track de puntuación se queda absurdamente corto, debiendo tirar de los típicos tokens de +50 y +100. Eso y el arte. Si bien me parece que tiene los mejores separadores que he visto en un juego de mesa, para evitar que los demás sepan qué tienes y puedan planificarse en consecuencia, el arte del juego en general es feucho tirando a espantoso. Me llamó la atención desde el primer momento y no le hace honor en absoluto. Me parecería el típico juego que entraría mucho más por los ojos si estuviera ilustrado por Michael Menzel, por ejemplo, así que al terminar tiré de bgg para ver de quién son las ilustraciones... y entonces lo entendí todo: De Frank Wohwinkel. Autor de artes totalmente execrables como el de Puerto Rico, el de su versión de cartas, San Juan, el Samurai de Knizia, o esa pequeña perlita para dos jugadores llamada Targi. No me gusta. Nunca me ha gustado, y en Los Palacios de Carrara no fue ha sido la excepción, me temo.

Mal también porque ninguna editorial española le echa narices para sacarlo en español, aunque por suerte no es difícil conseguir de importación, y a un precio que realmente es de risa. Menos de 20 euros. Así que si queréis echar un rato entretenido, con un euro accesible a todo tipo de públicos, que no os va a defraudar en absoluto, y que, pese a que no innova nada, os hará olvidaros del mundo al menos una hora de vuestras vidas, dadle una oportunidad: Los Palacios de Carrara.


Qué diantres dice Antonio:

Quizá lo mejor que se pueda decir de este juego es que es un digno hijo de su padre Wolfgang Kramer (con la colaboración en este caso de Michael Kiesling) ya que consigue obtener un juego con cierta profundidad a través de unas mecánicas bastante sencillas, tal como ocurre con “El Grande” o “La era del carbón”, si bien este Palacio de Carrara esta un peldaño por debajo en cuanto a complejidad al ser aún más sencillo en sus mecánicas que los anteriormente mencionados, pero no por ello resulta más fácil estratégicamente hablando.

En las primeras rondas puede parecer un juego simplón, ya que la ruleta de donde se obtienen los recursos no hará sino girar como un molinillo, obvio, los jugadores solo empiezan con un recurso y necesitaran bastantes para ir construyendo sus edificios en las distintas ciudades.

Hasta que no pasan varias rondas, donde los jugadores han conseguido ya algunos recursos, no se ve realmente donde comienza el juego de verdad, la situación es la siguiente:

Has conseguido varios recursos, te has gastado todo el dinero que tenias al principio, a lo mejor incluso has conseguido construir 2 o 3 edificios, peeeeero, te encuentras ante la tesitura de tener que elegir entre intentar conseguir algún recurso más de forma gratuita o casi, si es que aun conservas alguna monedilla o empezar ya a puntuar para ir consiguiendo puntos y más dinero para poder seguir comprando recursos de forma efectiva, ya que por lo general los que consigues gratuitamente serán poco interesantes y te permitirán conseguir pocos puntos y dinero; aquí es donde radica el núcleo del juego, en saber cuándo puntuar y cuando arriesgarte a seguir acumulando recursos para construir un edificio más, sin olvidarte de ir puntuando, porque otro jugador puede adelantarse y decretar el fin de partida porque ya haya conseguido los 3 requisitos necesarios en la versión básica del juego, y dar al traste con tu estrategia.

En definitiva, se trata de un juego muy recomendable por la sencillez de sus mecánicas y una duración de no más de una hora por partida, tal y como mencioné anteriormente es un juego marca de la casa de Wolfgang Kramer, algo más ligero de lo que nos tiene acostumbrados pero no exento de estrategia. No puedo terminar estas líneas sin mencionar la calidad de los componentes a los que nos tiene acostumbrados Hans im Glück, mención aparte merecen las pantallas que cada jugador tiene para ocultar sus recursos, puesto que nos encontramos ante las que posiblemente sean las mejores que haya en cualquier otro juego del mercado, por tamaño, robustez y sobre todo funcionalidad.

Por último señalar que este juego que es de 2012 ya incorporaba un sistema…. preLegacy??

NO SEGUIR LEYENDO: SPOILER. (si lo haces es bajo tu responsabilidad J)

En la caja viene un sobre en el que se puede leer en perfecto alemán: no abrir hasta que hayas jugado al menos 2 partidas. El detalle me parece muy acertado, ya que el propio juego te trae una mini expansión con 2 miniláminas de cartón troquelado, un mazo de cartas y el correspondiente reglamento para saber que hacer con todo esto. Eso sí. En un perfecto alemán.

Y por nuestra parte poco más, mozuelos. Esperamos que os haya servido la entrada para haceros una idea de este juegazo y que se os haya despertado al menos la curiosidad por conocerlo. Comentarios aquí debajo si queréis. ¡Nos vemos en el tablero!


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